El pasado viernes, 26 de mayo de 2023, finalizó el Encuentro Regional de Justicia Climática en Bogotá (Colombia), el cual reunió, durante una semana, a miembros de la Plataforma Latinoamericana y del Caribe de Justicia Climática (PLACJC) y de la Global Campaign to Demand Climate Justice (DCJ-LAC) para vislumbrar posibilidades de acción colectiva para promover las transformaciones urgentes que necesita la región frente a la crisis climática y ambiental del planeta, desde una perspectiva de justicia climática. Finalizando el encuentro, tuvimos la posibilidad de entrevistar a Liliana Buitrago y Daniel Santander Urrutia, integrantes de la PLACJC y activistas ambientales de Venezuela y Chile, respecto a los conceptos, discusiones y retos clave que dejó esta semana de diálogo y construcción colectiva.
Liliana Buitrago es ecofeminista, investigadora y activista en el Observatorio de Ecología Política de Venezuela, en el Grupo de Trabajo Mujeres, Cuerpos y Territorios y la Campaña Voces por el Agua. Ha participado de diversas experiencias colectivas por la defensa de las semillas, por el clima, el amamantamiento humano, los cuidados, las economías solidarias y la biodiversidad en Venezuela, contribuyendo también en espacios de articulación internacional como la Asamblea Mundial por la Amazonía, el Pacto Ecosocial e Intercultural del Sur y la Plataforma Latinoamericana y del Caribe por la Justicia Climática.
Daniel Santander Urrutia es geofísico de la Universidad de Chile, con experiencia en proyectos socioambientales y de pedagogía popular. Trabaja por los derechos de la naturaleza, en revertir la crisis climática y su impacto en los suelos, y hace parte del Colectivo Viento Sur, el Movimiento por el Agua y los Territorios y de la Plataforma Latinoamericana y del Caribe por la Justicia Climática.
Liliana, esta semana se ha hecho un fuerte énfasis en el concepto de justicia climática como bandera de las reflexiones y posibles construcciones de alternativas frente a la crisis ambiental. Podrías compartir con nuestros lectores, ¿qué es la justicia climática y por qué es importante tenerla en cuenta en un proceso de transición como el que propone Colombia en este momento?
Liliana: Es una noción que viene de abajo, desde los movimientos sociales que históricamente han hecho presencia en diversos espacios para demandar derechos ambientales y de la naturaleza relacionados con casos de injusticia ecológica. En ese sentido, una de esas injusticias tiene que ver con lo que se llama cambio climático, que es una problemática, mucho más integral, que va más allá del calentamiento global y que, desde Latinoamérica, lo hemos contextualizado al asociarlo además con las deudas históricas del colonialismo y las diversas luchas territoriales que se hacen en Abya Yala. Entonces, para los movimientos ambientalistas de Latinoamérica, el concepto de justicia climática tiene una especial relación con la denuncia y la reparación por las actividades extractivistas y de despojo que se realizan en los territorios.
Daniel, al igual que Colombia, Chile hace parte de un grupo de gobiernos “progresistas” que al parecer tiene una mirada puesta en lo ambiental. Sin embargo, ¿qué tanto de estas apuestas de los gobiernos son soluciones reales a la crisis climática?
Daniel: Hay una nueva oleada de gobiernos de izquierda, que de alguna manera dan la sensación de cierto nivel de progreso en latinoamérica. Sin embargo, desde una perspectiva crítica que tiene en cuenta como el extractivismo continúa avanzando en los territorios, identificamos que realmente estamos ante una oleada de ‘neoprogresismos’, en el sentido de que, efectivamente, hay derechos sociales más garantizados, que seguramente están relacionados con la transición justa, pero que están siendo pagados por el extractivismo: la megaminería, el saqueo de la riqueza agrícola y forestal. En ese sentido, lo que se está planteando como solución no es más que un ‘tapón temporal’. Nosotros, los movimientos sociales y la ciudadanía, tenemos el rol de denunciar esas falsas promesas, esas falsas soluciones.
¿Podrías compartir con nuestros lectores un ejemplo o caso concreto para ilustrar este concepto de las ‘falsas soluciones’?
Daniel: Por ejemplo, el actual gobierno chileno ha apoyado el proyecto de minería en Los bronces, lo cual es un tema crítico, ya que este proyecto aumenta la inestabilidad e inseguridad hídrica sobre la cuenca de Santiago, en la región metropolitana. Otro ejemplo y caso importante es la Central Termoeléctrica que se está construyendo en el Parral Entonces, hay una gran incoherencia entre el discurso del gobierno y los hechos. Al mismo tiempo, es importante decir que el implementar soluciones reales no es solo competencia de los gobiernos, es una cuestión de los estados y de cómo están construidos. Hay un límite que los estados no pueden traspasar, en el sentido de que, por ejemplo, los tratados de libre comercio impiden que estos sean efectivamente soberanos.
Usted hace parte del Movimiento en Contra de la Termoeléctrica de Biomasa en el Parral, en Chile. ¿Es este proyecto de energía renovable, otra de esas falsas soluciones?
Daniel: Precisamente, y es además la muestra de la transición energética propuesta por los gobiernos anteriores de Chile. De alguna manera, esa transición busca reemplazar la quema de combustibles fósiles por energías renovables dentro de las cuales aparece la reconversión de termoeléctricas de carbón hacia termoeléctricas de biomasa. Primero, hay que señalar que esto no es realmente descarbonización, porque el materia orgánica que allí se quema tiene un alto impacto en el agotamiento de los suelos y por lo tanto, de los flujos del carbón. Si uno lo mira desde una perspectiva simplista y poco científica, puede pensar que no hay problema, porque los monocultivos que se siembran (que no son bosques) capturan carbono. Pero estos capturan en un ciclo muy corto donde luego son talados, y ese ciclo también depreda otros nutrientes que, junto al carbono, le entregan al suelo su categoría como ecosistema.
En estos proyectos tampoco se contempla el transporte, por ejemplo. La biomasa forestal se transporta de un continente a otro, para la producción de celulosa. Ese transporte produce emisiones estratosféricas de gases de efecto invernadero. Entonces, no se puede hablar de descarbonización cuando esta economía está construida sobre un sistema que es esencialmente fosil, donde la acumulacion de capital de ciertos sectores, como el petrolero, permite que se mantengan vigentes. Basta ver quienes recepcionan en la COP, quienes organizan el evento…son precisamente jeques millonarios relacionados con la industria fósil.
¿Teniendo en cuenta estas limitaciones a nivel gubernamental y entendiendo que el problema es, entonces, de naturaleza sistémica, cuál es el camino que ustedes plantean hacia soluciones reales a esta crisis civilizatoria?
Liliana: De lo que se trata es de tejer naturaleza, de reconocernos como parte de ella y de entender que las soluciones tienen que venir principalmente de nuestros soportes, comunidades y territorios. La confianza en nuestro propio desarrollo integral es una forma de expresar nuestro propio tejido popular. Creemos que allí hay respuestas clave para entender nuestro rol creativo y nuestra agencia dentro de un sistema que constantemente nos margina.
Finalmente, ¿qué consideran que podemos hacer en vías de garantizar la justicia climática?
Daniel: Para nosotros, todo parte de una pregunta muy sencilla y contundente. ¿Para quién la energía? ¿Para las personas cuyos territorios se están destruyendo? ¿Para la naturaleza? ¿O más bien, es para perpetuar la economía fósil? Por supuesto que debe haber una mejora en términos técnicos y científicos, respecto al catastro de las emisiones y de cómo estas afectan la salud de las personas y los ecosistemas. Pero, más allá de los inventarios, las propuestas y las inversiones deben supeditarse a una transición que realmente sea justa.
Liliana: La información es fundamental, y este tipo de espacios, como lo ha sido esta semana de encuentro de la Plataforma Latinoamericana y del Caribe de Justicia Climática, deben hacerse cada vez más frecuentes y amplios, involucrando especialmente a comunidades y a la sociedad civil. Por otro lado, es innegable, para todos quienes habitamos este planeta, que hay una conexión completa con aquello que pensamos como naturaleza o que mal llamamos ‘recursos naturales’. No hay un esfuerzo único que pueda hacerle frente a este reto, no va a ser una solución solo tecnológica, ni solo educativa, no basta. Necesitamos que todas las dimensiones de la sociedad estén puestas en función de cambiar la manera en que existimos en y con el planeta. Es ahora, o no va a ser posible más adelante.
Como aporte a estos esfuerzos, les invitamos a leer la declaración que la PLACJC y la DCJ-LAC construimos en el Encuentro Regional de Justicia Climática en Bogotá: ¡ratificamos el origen sistémico de la crisis climática y civilizatoria, y convocamos a las organizaciones y movimientos sociales de América Latina y el Caribe a sumarse a la lucha por la justicia climática y la justicia social!