Editorial - Agua, Bien Común

La agroecología como camino hacia la soberanía alimentaria

La agroecología como camino hacia la soberanía alimentaria

Por: Equipo de comunicaciones, Censat Agua Viva.

En un contexto de crisis climática y alimentaria, la agroecología no solo se define como una ciencia, sino también como una forma de vida y un movimiento social y político que desafía el modelo agroextractivista dominante. Más allá de maximizar rendimientos o ganancias dentro del marco de la seguridad alimentaria, es una apuesta por la sustentabilidad, la justicia social y la protección del medio ambiente. Lejos de ser una práctica única o uniforme, es una práctica que se adapta a las realidades y necesidades de cada comunidad, convirtiéndose en una herramienta clave para transformar los sistemas productivos y defender los territorios frente a amenazas como la minería, el turismo descontrolado y la industrialización agropecuaria.

En este marco, compartimos algunas reflexiones a propósito del lanzamiento, en 2025, de la nueva Escuela de Formación en Agroecología en el Suroeste Antioqueño, una iniciativa de Censat Agua Viva que se nutre de años de acompañamiento a diversas regiones del país. 

Territorios que trabajan para la autonomía territorial

En el municipio de San José de Albán, departamento de Nariño, Mario Fernando Pasaje, campesino agricultor de la zona, ha encontrado en la agroecología no solo una forma de trabajar y buscar el sustento para su familia, sino una opción consciente de cuidar el agua, los suelos, la biodiversidad, los alimentos y las plantas que cultiva desde su casa.

Una de las técnicas más innovadoras de Mario es la utilización de pulpa de café, un subproducto que suele ser desechado. Mario ha aprendido a transformar este residuo en un valioso recurso agrícola. Mediante la adición de harina de rocas y gallinaza, crea una composta estilo bocashi, adaptada ingeniosamente a los recursos locales. A esta mezcla se añaden hojas secas, desechos de cocina y otros materiales orgánicos, que juntos enriquecen el suelo y fomentan una descomposición natural eficiente. Mario también recolecta microorganismos de áreas no contaminadas de la montaña, los cuales prepara en una solución líquida que acelera la descomposición de la pulpa de café, mejorando su efecto fertilizante. Además, ha desarrollado la técnica del supermagro, una solución líquida fermentada anaeróbicamente durante mes y medio, que contiene minerales esenciales como sulfato de magnesio, zinc, potasio y hierro. Este preparado fortalece tanto el suelo como las plantas, proporcionando nutrientes esenciales que mejoran la salud y productividad de los cultivos.

Así como Mario, múltiples organizaciones a lo largo del país, como en el Suroeste de Antioquia y Cauca vienen trabajando en propuestas agroecológicas, que apuntan al fortalecimiento de un ordenamiento territorial con prácticas socialmente justas y ambientalmente sanas, que respetan otras formas de vida y procuran el cuidado de los ecosistemas. 

Beneficios tangibles y transformadores

La agroecología fortalece las autonomías territoriales al permitir que comunidades campesinas, indígenas y afrodescendientes gestionen sus propios sistemas productivos. Al integrar la organización social con la producción sustentable, las comunidades pueden no solo asegurar su soberanía alimentaria, sino también defender sus tierras de proyectos extractivos, a partir de la gestión de semillas criollas y nativas, prácticas ancestrales, la restauración y recuperación de ecosistemas estratégicos, corredores biológicos, entre otros. Además, la vinculación con consumidores responsables en las ciudades permite la creación de mercados locales más justos.

Un ejemplo de ello es la experiencia de Mario, su práctica demuestra que es posible producir de manera sustentable y regenerativa, fortaleciendo tanto la economía local como el equilibrio ecológico y deja en evidencia la estrecha relación entre la agroecología y el agua. Mario ha observado una notable recuperación del suelo, anteriormente difícil de trabajar debido a su dureza, 

La incorporación de materia orgánica no solo ha incrementado la producción de sus cultivos, sino que también ha mejorado su salud foliar, reduciendo la necesidad de fertilizantes químicos.  Los bosques circundantes, esenciales para capturar microorganismos beneficiosos, juegan un papel crucial en sus prácticas agrícolas. Al evitar la contaminación de las fuentes de agua con productos químicos, Mario contribuye a la salud de los ecosistemas acuáticos y asegura la pureza del agua que irriga sus tierras.

¿Y qué pasa en las ciudades?

Aunque la agroecología tiene sus raíces en el campo, su impacto en las ciudades es crucial. La degradación ambiental, el desabastecimiento de alimentos saludables y la dependencia de cadenas de suministro globalizadas hacen que la producción agroecológica local sea una necesidad urgente. Iniciativas como huertas urbanas, mercados campesinos y circuitos cortos de comercialización permiten que las ciudades se beneficien de alimentos frescos, a la vez que apoyan la economía rural y reducen la huella de carbono de la producción alimentaria.

Es necesario mencionar que el deterioro del planeta se ha dado en gran medida a causa de prácticas productivas y de consumo masivas que incrementan la deforestación, el uso intensivo de agua, contaminación por agroquímicos y pérdida de biodiversidad, impactos sobre los que la agroecología, ofrece soluciones concretas,  al diversificar cultivos, conservar semillas nativas y respetar las rondas hídricas, se reduce la presión sobre los ecosistemas y se fortalece la resiliencia de los territorios ante eventos climáticos extremos.

Un principio clave de la agroecología es el cuidado del suelo, considerado un organismo vivo que debe ser protegido y regenerado. Al emplear prácticas como la composta, el abono verde y los corredores biológicos, se mejora la fertilidad del suelo y se captura carbono de la atmósfera, contribuyendo a enfriar el planeta.

En este sentido, la propuesta del Ministerio de Medio Ambiente con las Áreas de Protección de Producción de Alimentos (APPAs) es fundamental, más no suficiente: estos esfuerzos deben articularse con otras figuras ya propuestas, como los distritos agroecológicos para asegurar un verdadero acceso en en condiciones dignas a la tierra para las comunidades. La agroecología en ese marco, es más que una alternativa agrícola: es una propuesta de autonomía, justicia y resiliencia frente a la crisis climática y alimentaria. Su reconocimiento y promoción deben ir más allá de medidas parciales. 

Desde el campo hasta las ciudades, la agroecología nos ofrece un camino viable para cultivar un futuro sustentable y digno para todas las comunidades, que como Mario Fernando Pasaje no solo cultivan café y otros productos agrícolas; cultivan vida, esperanza y un futuro sustentable para su comunidad. En un mundo donde la agricultura industrial amenaza con devastar el medio ambiente, las prácticas de Mario nos recuerdan que existe forma más saludable de trabajar la tierra.