Esta cartilla se presenta como una herramienta que busca ilustrar los procesos y posibilidades para la generación y distribución de energía eléctrica, por parte de las comunidades, organizaciones y grupos barriales de Colombia, que aún no cuentan con energía eléctrica, o quienes estando conectados al sistema nacional, desean implementar planes relacionados en pro del mejoramiento de su calidad de vida, ya sea en proyectos productivos, en iluminación, o para satisfacer otras necesidades. Presentamos entonces algunas de las oportunidades, desafíos y/o dificultades a superar, así como las posibles rutas para acceder al apoyo gubernamental en programas de energías renovables, para uso local, a pequeña escala y de gestión comunitaria o ciudadana.
La energía se presenta ante la humanidad de muchas formas: la primera de ellas, como el alimento que proviene de la tierra y de la generosidad de la naturaleza proveedora de luz, calor del sol, nutrientes del suelo, el aire y el agua; también se manifiesta como electricidad en los rayos, el movimiento en el agua, y en el viento. ¡Los seres humanos también somos energía!, nuestros músculos, huesos y tendones producen movimiento; esta energía humana que trabaja, cambiando al mundo y transformándolo, nos define como cuerpos con fuerza y capacidad para interactuar con el planeta, en él accedemos a la energía, como a la fuerza del viento para movernos en las aguas, o a través del calor de la leña para cocinar; esta energía podemos aprovecharla para nuestro bienestar sin afectar el equilibrio ecológico del planeta, incluyendo también a otras especies animales y vegetales.
Dentro de las fuentes de energía tenemos: la biomasa (como la leña que produce calor o combustión); el agua (usada para generar energía eléctrica); el sol (para energía fotovoltaica), o las fuentes fósiles (petróleo, para gasolina y diésel; o carbón que también genera energía eléctrica).
Esta diversidad debemos pensarla como la oportunidad para vivir mejor y no acabar con la vida, con los ecosistemas y el planeta, tal como lo estamos viendo y padeciendo con las actuales crisis climática, hídrica, alimentaria y de salud, provocadas por un sistema social de consumo, de explotación y depredación, que ha consolidado un modelo energético altamente contaminante, jerárquico, concentrado y muy poco democrático.