Editoriales y opinión

El futuro de la biodiversidad está en los territorios, no en las cumbres mundiales

Dic 30, 2022 | Editorial - Selvas y Biodiversidad, Noticias y análisis - Selvas y biodiversidad

Balance de la COP 15 y del Nuevo Marco Mundial de Diversidad Biológica

Por: Linda González, Diego Cardona – Área Selvas y Biodiversidad

Luego de un proceso de cuatro años, con una primera parte virtual y la generación de elevadas expectativas, se llevó a cabo la XV Conferencia de las Partes de la Organización de las Naciones Unidas (COP15) del Convenio de Diversidad Biológica (CDB) en Montreal, Canadá, entre el 7 y 19 de diciembre de 2022. 

Los objetivos del Convenio son la conservación, uso sostenible y distribución de beneficios de la biodiversidad, por lo que su importancia para Colombia como país megadiverso pueden parecer obvias, pero las altas expectativas se centraban en el hecho de que en está ocasión se tendría que aprobar un nuevo Marco Global para la Biodiversidad (MGB) post 20201 que sentara las bases para la protección de la biodiversidad hasta 2030.

Censat Agua Viva, como parte de la delegación de Amigos de la Tierra Internacional, participó en la COP15 para acompañar el desarrollo de las negociaciones, así como para procurar que asuntos centrales fueran asumidos como  prioridades reales, por ejemplo, el reconocimiento de que el cambio que se requiere para proteger verdaderamente la biodiversidad es sistémico, que tenemos que transformar nuestras formas de vida para respetar los límites planetarios, evidenciar la necesidad de que los derechos humanos; buscar que se reconozca y apoye el manejo comunitario como forma de conservación eficiente, fortalecer la regulación gubernamental a las empresas,  mantener las falsas soluciones y el maquillaje verde fuera del MGB, y proveer financiamiento adecuado para la implementación del Marco.

De la delegación colombiana se esperaba una participación acorde con la postura del nuevo gobierno, que promulga el respeto y cuidado de la vida. Una de las intervenciones de la ministra de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Susana Muhamad, hace pensar que el país está comprometido con ese camino, al sostener en plenaria ante los demás Estados parte del Convenio, la necesidad de reconocer los territorios de pueblos indígenas y su contribución a la conservación, promover la eliminación del 50% de plaguicidas tóxicos para el 2030 y la distribución justa de beneficios, así como la priorización de la vida sobre el sistema económico.

No obstante, tanto a la delegación colombiana como a la mayoría de miembros les asiste una enorme necesidad de coherencia entre sus discursos y propuestas, y la urgencia de acciones reales y eficientes para detener la pérdida de biodiversidad y revertir sus impactos. En el caso de Colombia, hubo intervenciones de otros miembros de la delegación en espacios de negociación sobre financiamiento, en los cuales se subrayó un papel preponderante del sector privado, o se aceptó y promovió la biología sintética, en clara contradicción con el mensaje de la ministra. Nada más contraproducente para garantizar derechos, detentar soberanía y acceder a los beneficios del patrimonio natural que incrementar la dependencia corporativa.

Colombia también tuvo protagonismo al liderar la “Alianza de Aceleración”, promovida por la ministra Muhamad como una iniciativa construída para la implementación temprana del MGB, en la cual ya participan 17 países y permite que aquellos con programas ambiciosos para la protección de la biodiversidad puedan encontrar recursos para ponerlo en marcha. Sin embargo, preocupan las fuentes de financiación, toda vez que además, de la cooperación internacional ya manifestada por Alemania y Noruega en la COP15, se suma el sector privado y la banca multilateral, cuyos aportes no pueden ser asumidos como neutrales o desinteresados.

¿Y por qué preocupan ese tipo de decisiones?

Porque las negociaciones no condujeron al cambio de sistema promulgado cuatro años atrás y los problemas de forma y de fondo fueron evidentes. El proceso concluyó con visos de imposición antes que de democracia, pues en la madrugada del último día, durante la plenaria para la aprobación del marco de acción del MGB, la República Democrática del Congo manifestó su desacuerdo con el texto, que estaba disponible únicamente en inglés y que debía haberse presentado desde la tarde anterior, pese a lo cual se adujo que no se trataba de una oposición formal, y el presidente de la COP15, Huang Runquiu (ministro de Medio Ambiente y Ecología de China), ignorando la falta de unanimidad, anunció la aprobación del Marco

Por otra parte, la publicitada medida del 30X30, supuesta meta ambiciosa para asegurar la conservación del 30% de la biodiversidad mundial para el año 2030 mediante la creación de áreas protegidas, enmascara el cinismo de lo que sucedería con el 70% restante, que puede terminar convertido en gran medida en territorios de sacrificio.

Así mismo, en lugar de establecer medidas de control y regulación gubernamental al sector privado, de forma confusa y vaga se menciona dentro del Marco que las empresas transnacionales y financieras deben frecuentemente controlar, evaluar y difundir los riesgos y efectos de sus actividades en la biodiversidad. Sin embargo, no es claro quién estará a cargo de la supuesta regulación o verificación de estas acciones, lo que les da autonomía para continuar a sus actividades económicas sin ningún control sobre la destrucción que generan. Si a ello se suma el beneplácito a todas las formas de financiación, causa alarma que la protección de la biodiversidad tenga una mayor dependencia del capital y voluntad de empresas y corporaciones, responsables en gran medida de la crisis que ha generado la necesidad de intervención. Esto es síntoma de la cooptación corporativa de estos espacios de negociación, para potenciar la promoción de falsas soluciones.

Sobre el nuevo MGB habrá que estar vigilantes y redituar los logros representados en las propuestas y exigencias que lograron ser incluidas, entre ellas el reconocimiento del papel y los derechos de los defensores y defensoras de la naturaleza y la manifestación de la importancia de los territorios indígenas y tradicionales como espacios de conservación de la biodiversidad, pese a que no se las considera parte del cumplimiento del objetivo sobre áreas protegidas.

Así pues, lo que resta es resaltar que son los pueblos indígenas y comunidades locales quienes han protegido, y protegen, la mayor parte de la biodiversidad en el planeta; no en vano se estima que el 80% remanente de esta se encuentra en sus territorios, ligada a sus culturas, conocimientos y prácticas tradicionales. Por ello es preciso reafirmar nuestro compromiso con sus iniciativas, luchas y reivindicaciones. En los territorios y con las gentes locales residen las iniciativas reales y eficientes para proteger la biodiversidad.

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1.  También llamado “Marco mundial Kunming-Montreal de la diversidad biológica”.