Editorial - Energía y Justicia Climática

Narrativas mediáticas y la falsa urgencia de expandir la frontera extractiva ante la escasez de gas y petróleo

Por: Isabel Preciado Ochoa- Área de Energía y Justicia Climática de Censat Agua Viva, perteneciente a la Alianza Colombia Libre de Fracking y al Consejo Permanente para la transición energética justa.

Este documento aborda las narrativas mediáticas que sugieren que detener la exploración y explotación de petróleo y gas mediante técnicas extremas como el fracking, los yacimientos no convencionales (YNC), y la extracción offshore o costa afuera, es un desacierto y compromete en una coyuntura como la actual, la seguridad y autosuficiencia energética del país. Mediante un análisis crítico de diversos reportajes periodísticos y comunicados de asociaciones petroleras, el texto desafía estos falsos dilemas alrededor de la escasez del gas. Utilizando evidencia científica de la literatura especializada, se argumenta que el verdadero desafío no reside en continuar expandiendo la frontera extractiva, sino en garantizar servicios energéticos que no comprometan la vida y la permanencia de las comunidades en sus territorios, ni la preservación de los bienes comunes. Además, de la necesidad por promover un compromiso general hacia la reducción y austeridad ante un mundo altamente demandante de energías.

Las Energías extremas como el fracking, los yacimientos no convencionales y el gas offshore son falsas soluciones a la crisis energética en Colombia. En los últimos meses, hemos sido testigos de cómo las narrativas mediáticas han promovido una voz de alarma ante un supuesto desabastecimiento de gas, sin ofrecer una mirada crítica a las implicaciones de la continuidad en el uso de combustibles fósiles, generando así un falso dilema entre ciencia, objetividad, economía e ideología. Por ello, desde diversas organizaciones y redes como la Alianza Colombia Libre de Fracking (ACLF), nos pronunciamos para invitar a un debate informado que cuestione estas narrativas tendenciosas, que apelan al “derecho al desarrollo” para justificar la implementación de proyectos fósiles. Este discurso economicista se impone sobre la necesidad de planificar una transición energética justa. Además, hacemos un llamado a dialogar con todos los sectores, evitando un debate parcializado que termina estigmatizando a comunidades y organizaciones.»

Lo anterior, se evidencia tanto en narrativas expresadas desde el sector petrolero, como en  algunos medios de comunicación en donde se ha mencionado que, «ante la escasez de recursos, las dificultades fiscales y las prioridades ambientales, el país debería retomar una discusión rápida acerca del fracking en la que la ideología y la economía no compitan. Solo los hechos».

Frecuentemente, estos espacios informativos privilegian las voces de tecnócratas y gremios pro-fracking, mientras marginalizan a quienes cuestionan esta perspectiva e incluso a las poblaciones que han vivido los impactos de una industria fósil que genera condiciones de posibilidad para la pérdida de autonomías económicas y soberanía alimentaria, aumento en los costos de vida, fractura del tejido social y un sinfín de impactos negativos como la fragilidad de ecosistemas estratégicos y la reducción del acceso gratuito a los bienes comunes que nos provee la naturaleza. De igual manera, hacemos mención del reciente suceso mediático en torno a la supuesta escasez de combustible para aviones en Colombia.