Editoriales y opinión

Ollas comunitarias, la resistencia con cuchara de palo

Jun 8, 2021 | Editorial - Otros temas de trabajo, Opinión - Energía y Justicia Climática

Autor: María J. Neira N.- La Torna Perifoneo Cultural

@zumbambico

En el Paro Nacional que se vive en Colombia coinciden muchas resistencias, unas de a pie y rayo de sol, otras desde el arte y otras que se cocinan con cuchara de palo y en leña. Las ollas comunitarias se han convertido en el símbolo que sostiene y cuida la movilización social, y son el claro ejemplo de cómo la comida es, a la vez, recarga para el cuerpo, para el espíritu y para tejer y resistir en comunidad.

La olla comunitaria, también conocida como “olla común”, es un símbolo histórico de resistencia latinoamericana; sobre todo en países como Chile. Desde sus orígenes, ha sido una forma de acompañar procesos de movilización social, obrera y campesina, pero también de garantizar la necesidad básica y el derecho al alimento en momentos de crisis económicas. Igualmente, ha sido histórica la participación de las mujeres en la construcción y continuidad de estos espacios, no solo porque en su rol tradicional de género son herederas de la sabiduría popular culinaria, sino también por ser las gestoras de lazos de cuidado, familiares y comunitarios.

En el Paro Nacional, muchas mujeres han mostrado que la resistencia también se cuece y se cocina al calor de la olla. Las madres comunitarias, vecinas, amigas, lideresas, se han organizado en los barrios como forma de apoyar, acompañar y cuidar a jóvenes, a sus hijas e hijos, que todos los días salen a reclamar sus derechos. En el marco de las movilizaciones, han sido asesinadas cerca 60 personas; la mayoría de ellas jóvenes y a manos de la Fuerza Pública. Esto ha llevado a la necesidad de espacios de protección de la vida y de quienes se manifiestan. Por eso, estas ollas son llamadas la primera línea de la “Primera Línea”, porque son el corazón y resguardo de la resistencia.

El plato predominante de las ollas comunitarias es el sancocho o alguna otra sopa tradicional que requiera ingredientes básicos como papa, plátano, pasta, arroz, lenteja, zanahoria, habichuela, cebolla o cilantro. Las hay con carne, pollo o pescado, pero también vegetarianas. Además de la sopa principal, a veces hay otras ollas más pequeñas con arroz, huevos, plátano maduro; sumado por supuesto a alguna bebida como aguapanela o limonada.

En Puerto Resistencia, Cali, el nivel de organización es tal que hay varios puntos de ollas que ofrecen diferentes platos, de acuerdo al momento del día: desayuno, almuerzo o comida. En otras ollas del país también se cocinan chocolatadas, canelazos, arroz con leche y otras delicias de la cocina colombiana.

Las ollas son posibles por la unión de muchas manos solidarias que participan en diferentes momentos. Están las que buscan la leña y llevan las ollas, las que llevan la comida, las que pelan las papas, pican los alimentos y ponen a hacer la sopa o las que donan alimentos o plata para comprarlos a través de canales dispuestos para este fin, como el Espacio Humanitario Portal Américas; hoy “Portal de la Resistencia”, en Bogotá. Lo cierto es que la Olla Comunitaria es una red de muchos esfuerzos voluntarios que demuestran que el trabajo comunitario hace posible que “donde come una persona, comen dos”; como dicen las abuelas.

Al calor de la olla también se tejen otros procesos. Se tejen pensamientos, conversaciones, opiniones y sentires sobre la realidad nacional. También se realizan actividades como intervenciones artísticas y del espacio público, conciertos, ferias de productos y emprendimientos locales, encuentros para tejer y bordar, micrófonos abiertos, ‘empapelatones’, y muchas más. En procesos como la Ruta de Ollas Comunitarias en el sur de Bogotá, se hace un llamado a respetar estos encuentros con la seriedad que requieren y no a tomarlos como espacios de fiesta o para pasar el rato.

Por su parte, en las ollas comunitarias de Puerto Resistencia, en Cali, también confluyen saberes ancestrales y de resistencia de comunidades negras e indígenas del Pacífico colombiano. El podcast Radio Tertulias de Cocina de Pasto, relató en su programa “Ollas de la Resistencia”, cómo se viven las ollas comunitarias en la capital del Valle. Una de las mujeres que allí participan relató lo siguiente:

Hemos elegido cocinar y sostener como un ejercicio político en el ejercicio del Paro. En el Pacífico, en la cocina no solo se va a cocinar como tal sino que se va a tejer comunidad, se va a tejer juntanza, a tejer malungaje. Hacemos ejercicios de reflexiones, de pensamiento crítico. Lo importante es entender que no estamos cocinando por cocinar sino que hacemos parte del sostenimiento, hacemos parte de la alimentación. Ninguna resistencia se da sin alimentación, pero también hacemos parte del proceso político, de poner nuestras voces en esas ollas comunitarias.

Ibagué. Foto: Juan Cuenca

Además del significado simbólico y de soporte a la protesta, las ollas comunitarias del Paro también están supliendo otra necesidad urgente en Colombia: el hambre. La pandemia trajo consigo una crisis económica que llevó a que un estimado de 21 millones de personas, el 42,5% de la población colombiana, llegaran a situación de pobreza monetaria, de las cuales cerca de 8 millones se encuentran en pobreza extrema. Otras cifras alarmantes son los 2,2 millones de hogares que consumen dos platos de comida al día, lo cual evidencia medidas insuficientes e ineficientes por parte del gobierno nacional y los gobiernos locales.

Ante esta situación de emergencia nacional, las ollas comunitarias llegaron a cumplir un deber que le corresponde a las instituciones del Estado. En estos espacios se dice que jóvenes y personas del común están comiendo mejor que en sus propias casas y, por lo menos, están teniendo las tres comidas diarias. Esto hace que el poder de las ollas trascienda el contexto del Paro y haya llegado como una alternativa del barrio y de la gente de a pie, para enfrentar la crisis.

Las ollas comunitarias y las mujeres que las sostienen, han estado, están y estarán siempre resistiendo en los barrios del país. Son ejemplo de cuidado, comunidad, resistencia colectiva, del encuentro de saberes ancestrales y populares, pero también son espacios en donde se gestan pensamientos y acciones de cambio para Colombia, desde abajo, desde la gente. Que no quepa duda que la resistencia también se cocina con manos solidarias, olla y cuchara de palo.

Si le interesa apoyar los procesos de las ollas comunitarias en las diferentes ciudades y municipios, acá le dejamos información de algunas iniciativas con las que puede ayudar:

Bogotá
Espacio Humanitario Portal Américas
Ruta de Ollas Comunitarias
Fuego de barrio
Jhonatan Andrés Huila

Cali
La olla de la dignidad
Luna Resiste
Kathe Ortiz

Cartagena: El Tropelín
Bucaramanga: Minga Popular Bucaramanga
Manizales: Fuego Popular
Tabio: Contertúlias Histéricas Tabio

https://medium.com/la-torna/ollas-comunitarias-eb44b41e1235