Por: Andrés Gómez O.
En la siguiente semana se espera la entrega del informe de la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH) que cuantifica las reservas de petróleo y gas del país, a 31 de diciembre de 2022. Este próximo reporte recibirá especial atención a propósito del debate que, desde campaña, se da alrededor de la moratoria a nuevas licencias de exploración de hidrocarburos. Este camino, reiterado en escenarios nacionales e internacionales por el presidente Petro, la ministra Irene Vélez, o por el nuevo presidente de Ecopetrol Ricardo Roa, se ve diluido en documentos oficiales como el Plan Nacional de Desarrollo, del que está ausente, o del publicado por el Ministerio de Minas el pasado 15 de marzo, analizado en esta columna, que se refiere a “continuar con la exploración y explotación de combustibles líquidos y gas” como estrategia integral para lograr una “transición energética justa y sostenible”. Esta discusión tiene en su centro elementos adicionales como las pocas reservas disponibles en el país, la incuestionable declinación de los nuevos descubrimientos, y la dependencia de nuestra economía a la exportación de un bien común escaso, el petróleo, en un contexto histórico en el que la ciencia nos urge a actuar frente a la crisis climática, dejando buena parte del petróleo y el gas enterrados.
Colombia no es un país petrolero, solo tenemos el 0,1 % de las reservas probadas de petróleo y menos del 0,05% de las reservas de gas del mundo (Venezuela, en cambio, posee el 17,5% de las de petróleo y el 3,3% de las de gas). De acuerdo al reporte de la ANH de 2021, las reservas probadas de petróleo fueron de 2039 millones de barriles (7,6 años al ritmo actual de consumo) y 3164 giga pies cúbicos de gas (8,0 años de consumo). Para el mismo 2021, se extrajeron 269 millones de barriles de petróleo (Mbl) y 395 giga pies cúbicos de gas (Gpc). La forma tradicional de reposición del consumo son los nuevos descubrimientos, que parten de nuevas licencias de exploración, que con el tiempo, tienen alguna probabilidad de volverse reservas. En 2021, los nuevos descubrimientos sumaron 28 Mbl de petróleo (el 10,4% del petróleo extraído) y 80 Gpc de gas (el 20,2% del gas explotado). La principal vía de aumento de reservas en 2021, así como en los últimos años, son ajustes por revisiones técnicas, factores económicos como el aumento del precio a nivel internacional, y proyectos de recobro mejorado (tecnologías que aportaron el 40% de la extracción de Ecopetrol).
Con el paso del tiempo, la probabilidad de encontrar hidrocarburos explotables se hace más baja. La mayoría de los yacimientos de petróleo y gas de reservas abundantes y más accesibles, ya se encontraron; además, están en su etapa de declinación. Inicialmente, se descubrieron los yacimientos más grandes y fáciles de explotar, como el de La Cira Infantas en 1918, con unas reservas estimadas de más de 3000 Mbl, del que se extrae petróleo desde esa fecha hasta la actualidad. Posteriormente, con la aplicación de técnicas de análisis sísmico de mayor precisión, se alcanzaron tasas máximas de descubrimientos anuales en el mundo alrededor de 1970. A esta época corresponden descubrimientos como Chuchupa (7000 Gpc de gas en 1972), Caño Limón (1200 Mbl de petróleo en 1983) y Cusiana-Cupiagua (1260 Mbl de petróleo entre 1989 y 1993). De acuerdo a la ANH, en los 15 años transcurridos entre 2007 y 2021 se descubrieron solamente 816 Mbl de petróleo y 644 Gpc de gas. A pesar de los grandes esfuerzos e inversiones cuantiosas en exploración de los últimos años, no se han registrado descubrimientos comparables con los mencionados. El retorno del capital invertido en esta actividad es cada vez menor, y continuará disminuyendo aún más en el futuro.
Antes de caer en el pánico que trata de imponer el gremio petrolero para defender sus intereses económicos insistiendo en continuar otorgando nuevos contratos de exploración, debemos atender a las cifras que nos hablan de la urgencia de emprender una transición gradual que nos aleje de la dependencia económica del petróleo y el gas que no tenemos ni tendremos. En escenarios acoplados al Acuerdo de París, la extracción de petróleo en América Latina y el Caribe tendría que caer un 60% hasta 2035, lo que implicaría la pérdida de unos 3 billones de USD en ingresos tributarios. La disminución de los costos de las renovables, el endurecimiento de las medidas para enfrentar la crisis climática, y el declive inexorable de la tasa de éxito en la exploración, configuran una nueva realidad. Entender este marco de referencia es fundamental para redirigir de manera eficiente e inmediata los flujos de capital a inversiones que generen réditos en el futuro. La implementación de políticas como las de apropiación comunitaria de las rentas generadas por las energías renovables o el uso sustentable de la biodiversidad, todas nombradas en las bases del PND, son el entorno adecuado que permitirá diversificar la canasta exportadora, generando beneficios en el corto y mediano plazo. El negocio es proteger la vida, no sepultarnos en la adicción fósil.
Publicado en Las2Orillas