¡Como el río!, como una quebradita a otra quebradita, y se va haciendo grande, va creciendo como el río, nosotros somos como…una quebradita, como una fuente que va llegando ahí, organizados también, con una forma organizativa propia, pero identificándonos con una cuestión mucho más grande.
Walter Gaviria, en CNMH, pág. 12
Por: Área de Agua y Bien Común – Censat Agua Viva
La historia ancestral de estas tierras inicia con doña Juana y su hija rebelde, que al escapar junto a sus amigas recibe la maldición del rayo, lo que la deja petrificada para siempre en la cordillera. Así nacen los volcanes de Doña Juana, Las Petacas y Las Ánimas y, a sus pies, nace el río Mayo, el hilo conductor de esta historia. Más abajo del nacimiento aún en alta montaña, dormitan los restos arqueológicos de los primeros habitantes de la cuenca; se trata de los recuerdos vivos de un origen que viene con ímpetu y que se niega a desvanecer.
A partir de allí, el río recoge las aguas que drenan de las montañas y avanza formando un lugar complejo, lleno de la historia de generaciones de lucha y trabajo por la tierra. Entre los departamentos del Cauca y Nariño se teje un territorio marcado por el despojo de bienes comunes que, a su vez, es cuna de procesos populares de movilización social que han sido fuente de aprendizajes para el resto del país.
No se trata solo del río, imaginado como una línea sobre el mapa, sino de la cuenca en sí misma: el complejo tejido de afluentes, quebradas, tierras, paisajes, territorios, personas, bosques, fauna, fincas, ecosistemas, suelos y alimentos que allí tienen lugar. Esta es la visión propuesta por campesinos y campesinas del Territorio Campesino Agroalimentario del Macizo Colombiano, sur del Cauca y norte de Nariño (TCAM), conformado por las cuencas de los ríos Mayo, Juanambú y Sambingo.
Bajo esta visión fue convocado el Mojoneo por el río Mayo: unidad y compromiso para proteger el agua y la vida, entre el 26 y 27 de agosto de 2023. El mojoneo es la práctica campesina de delimitar el territorio a través de los elementos que ofrece el paisaje: un mojón puede ser una roca en medio del potrero, un árbol de significativo tamaño, o el límite definido por una quebrada. Se trata de un hito espacial que no solo ayuda a demarcar o delimitar, sino también a apropiarse y construir un territorio.
En esta ocasión, el río actuó como mojón del TCAM, dándole unidad a lo largo de los 17 municipios de los dos departamentos que lo conforman. Durante dos días, una caravana desde diferentes municipios, recorrió el territorio y reconoció la diversidad de actores y prácticas productivas que hacen parte de la región, muchas de las cuales, como las curtiembres del municipio de Belén, causan afectaciones a los cuerpos de agua y generan el desafío de construir soluciones consensuadas.
El recorrido por las montañas que componen la cuenca implicó también un ejercicio de memoria sobre los hitos recientes de su historia de lucha. Entre el 2000 y el 2018 la región se enfrentó a la entrega masiva de títulos mineros, llegando a asignarse 213 en Nariño para el 2014. Además, una masiva ola de minería ilegal de oro, afectó gravemente al río Sambingo, declarado por la prensa, como el primer río del país desaparecido por minería.
Ante esta situación, los procesos sociales del sector celebraron nueve consultas populares autónomas y declararon el primer Territorio Campesino Agroalimentario en 2016, figura que busca reconocer y proteger las territorialidades campesinas, al tiempo que da cabida a procesos de autogobierno. A partir de este ejercicio, se estableció un Plan de Vida con ocho mandatos, dentro de los que un eje fundamental es:
(…) consagrar el agua como bien común, en torno al cual se armoniza la vida y el territorio, a través de un ordenamiento basado en la gestión comunitaria del agua, el cuidado de los bosques y nacimientos, el respeto de los cauces de los ríos, quebradas, ríos voladores, el agua subterránea, los espíritus del agua y de todas aquellas actividades que contribuyan a la crianza, garantía del acceso, compromiso y defensa del agua para las comunidades y la naturaleza (TCAM, 2023, pág. 1).
Se espera que en pocos meses sea expedido el decreto que reconocerá legalmente los Territorios Campesinos Agroalimentarios (TCA) como figuras de fortalecimiento de la reforma agraria, la soberanía alimentaria y el desarrollo rural, sin duda, una noticia ampliamente esperada por el movimiento campesino en el ámbito nacional. En todo caso, son muchas las preguntas que ese reconocimiento abre para el futuro: ¿qué significa ordenar el territorio alrededor del agua y bajo una concepción propia de la naturaleza?, ¿cómo materializar el modelo territorial expresado en los mandatos del TCAM?. ¿cómo blindar de manera definitiva el territorio de la minería para enfocarlo en la producción de alimentos?, y ¿cómo reconocer y dar cabida a los diversos agentes presentes en los territorios?
La respuesta a estas interrogantes se obtendrá en el trasegar, marcado por acuerdos y tensiones entre la dimensión autónoma comunitaria y la dimensión de ampliación estatal. Se viene un trabajo arduo en términos de ampliación y consolidación de los ocho mandatos que componen el Plan de Vida del TCAM, donde la construcción de políticas públicas municipales y de redes de gestión comunitaria del agua son algunos de los caminos abiertos. Sin duda, esta nueva fase del proceso organizativo, será fuente de aprendizajes sobre el ordenamiento autónomo del territorio, la construcción de justicia ambiental y poder popular.