Entrevista a Danilo Urrea, facilitador regional de Amigos de la Tierra América Latina y El Caribe, Atalc
En un contexto global marcado por crisis ambientales sin precedentes, la solidaridad y la acción colectiva emergen como guías en un largo camino. La Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos, celebrada del 22 al 24 de febrero en Foz do Iguaçú, tuvo como objetivo fortalecer la articulación continental para una integración regional basada en la unidad y la solidaridad internacionalista y representó un hito en la lucha compartida por un futuro más justo. Contó con la participación de más de 3.000 personas de diferentes expresiones sociales: sindicales, movimientos de mujeres, campesinado, ambientalistas, articulaciones indígenas y de pueblos negros, organizaciones y movimientos por la justicia ambiental, organizaciones regionales y representantes de movimientos sociales de toda América Latina y el Caribe, quienes se reunieron bajo la convocatoria de unir esfuerzos frente a los desafíos comunes.
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La Jornada fue organizada por varias organizaciones, entre ellas el Movimiento Sin Tierra de Brasil (MST), la Confederación Sindical de Trabajadores/as de las Américas (CSA), ALBA Movimientos, La Jornada Continental por la Democracia y contra el neoliberalismo, la Asamblea Internacional de los Pueblos, entre otras. La presencia de una diversidad de actores, desde movimientos campesinos hasta organizaciones feministas y sindicatos, permitió evidenciar la importancia de una lucha compartida contra las injusticias sistémicas. Este entrelazado de fuerzas refleja un entendimiento profundo en el que los desafíos ambientales y sociales son interdependientes y demandan soluciones integrales.
Respuestas colectivas a crisis globales
Este espacio de construcción colectiva emerge como un catalizador crucial para reafirmar la unidad y la cooperación entre los pueblos de América Latina frente a las persistentes tácticas de dominación impulsadas por el capitalismo. En un momento definido por el aumento de la violencia y la homogeneización cultural, esta iniciativa se posiciona como un desafío a las fuerzas coloniales y neoliberales, proponiendo una agenda común centrada en la democracia, la integración regional, la ciudadanía inclusiva, y el reconocimiento de los derechos migratorios. Se enfatiza la necesidad de una participación activa de los movimientos sociales en la creación de políticas públicas, asegurando que la integración sea forjada desde y para las comunidades. Este enfoque destaca la importancia de abordar colectivamente las transformaciones laborales, promoviendo una transición justa y feminista, hacia la soberanía energética, garantizando la soberanía alimentaria, y enfrentando la crisis climática con un enfoque de justicia ambiental. Es urgente repensar los modelos económicos y políticos actuales, poniendo la vida y el bienestar colectivo en el centro de la integración regional.
La Jornada no solo busca fortalecer el movimiento ambientalista a nivel global, sino que también pone un énfasis particular en la acción al conectar problemas globales con realidades locales, pues se crea un marco para la acción que reconoce la importancia de las soluciones adaptadas a contextos específicos.
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La transversalidad del ambientalismo, la transición justa y feminista, la soberanía alimentaria y la defensa de los derechos laborales emergen como ejes centrales. Estos temas se entrelazan con la necesidad de confrontar las falsas soluciones promovidas por la economía verde y las corporaciones transnacionales. La importancia de abordar la crisis climática y ambiental desde múltiples frentes, incluyendo la lucha contra la desigualdad, el extractivismo y la explotación, se convierte en un principio rector. La discusión sobre las estrategias no se limita a una crítica del sistema actual, sino que se expande hacia la propuesta de alternativas viables que promuevan un cambio efectivo. La implementación de estas estrategias a nivel global y local requiere de una organización meticulosa y de la construcción de alianzas sólidas entre movimientos y con gobiernos progresistas, destacando el papel de la participación ciudadana y la democracia directa en el proceso de cambio.
Proyecciones y perspectivas
La integración de los pueblos y la construcción de una agenda colectiva se perfilan como esenciales para enfrentar el avance de políticas neoliberales y de derecha y extrema derecha. Además, se enfatiza la importancia de dialogar con gobiernos democráticos para garantizar que las voces de los movimientos sociales sean consideradas en las decisiones políticas y ambientales a nivel global, especialmente en eventos cruciales como la próxima COP30 a realizarse en Brasil.
La Jornada Latinoamericana y Caribeña de Integración de los Pueblos culminó con la declaración de principios fundamentales, subrayando la exigencia de los movimientos populares y las entidades sindicales de que la integración regional satisfaga las necesidades reales de la ciudadanía.
La declaración sostiene que es fundamental revalorizar el trabajo y el empleo como pilares económicos esenciales para el sostenimiento y mejoramiento de la vida, la generación de riqueza y el bienestar colectivo. Pone énfasis en la importancia de definir qué y cómo producimos, asegurando que las mujeres sean reconocidas y valoradas como figuras centrales en la economía y titulares de derechos plenos.
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Finalmente, se anuncia la convocatoria a una amplia Cumbre de los Pueblos que se llevará a cabo en el contexto de la COP30 el próximo año en Belém do Pará, Brasil, reuniendo a delegados de organizaciones sindicales, sociales, políticas, estudiantiles, femeninas y de diversidad, comunidades indígenas y grupos de defensa ambiental, entre otros.